HISTORIA DEL
GRANADA C.F.
Capítulo
10
Temporada
1941-42
Lo primero para la primera temporada en primera división fue buscar un entrenador de prestigio y experiencia en la categoría. De nuevo el dúo Martín Campos-Cristiá dio en el blanco de la diana y se trajeron a todo un personaje. Se llamaba Paco Bru, había sido entrenador del Real Madrid. Entrenaba con la corbata puesta y un puro en la boca. Martín Campos le ofreció fichar por dos temporadas (caso poco repetido en la historia del Granada) por 25.000 pesetas de prima de fichaje y 1.500 de sueldo mensual.
La búsqueda de un portero
Con Paco Bru al frente del equipo faltaba rellenar los puestos débiles y mantener el grueso de la plantilla que tan brillante papel había desempañado en la pasada temporada.
Todos de acuerdo en que hacía falta un buen portero junto a Floro. Se buscó uno joven y con porvenir, el catalán Martí, procedente del Mataró. Fichó y enfermó gravemente por lo que no pudo incorporarse hasta el mes de abril con lo que prácticamente no figuró en toda la temporada. Se pensó en otro absolutamente desconocido que respondía al nombre de Sierra pero que no llegó ni a jugar un partido.
Y entonces fichó el húngaro Alberty para debutar el 30 de noviembre de 1941. Fue amor a primera vista, se incorporó para jugar contra el Oviedo casi al final de la primera vuelta y jugó 14 partidos seguidos, hasta el disputado precisamente contra el Oviedo, en la segunda vuelta. Y entonces enfermó y se murió. En la sección de “los que hicieron historia” abordaremos su figura y su caso tan peculiar.
Su trágica desaparición obligó a salir a la búsqueda
de otro guardameta con toda urgencia porque Floro pasaba por una manifiesta
baja forma. El elegido fue el canario Pérez que venía del Hércules de Alicante
e incluso había sido internacional con la selección española un año antes. En
Granada jugó los últimos seis partidos oficiales de la temporada, todos de
Copa, y dio una de cal y varias de arena.
Reformas en la línea media
Se pensó que Maside, uno de los fijos la pasada temporada, tenía mucho pundonor, pero quizás le faltaba algo para ser titular en Primera. Se encontró otra “perla” entre los suplentes del Real Madrid, Sierra, que se reveló en el Granada como un veloz y cumplidor medio izquierdo, pasando el canario y polivalente Sosa a la parte derecha siempre con Bonet, viviendo una segunda juventud y el apoyo de Conde, en el vital puesto de medio centro.
En la defensa hubo que buscar un posible recambio
para los titulares Millán y González. Siguió el veterano Benítez y llegó otro
veterano, que jugaba con boina, se llamaba Alejandro y venía rebotado del
Atlético Aviación.
Una delantera de ensueño
César ya se había incorporado al final de la pasada
temporada y era una baza segura para la posición de delantero centro con el
veterano Cholín en la recámara. César fue una de las grandes revelaciones de
Trompi, Bachiller y Liz eran fijos y solo quedaba por cubrir la posición de extremo derecho dado que Guijarro y Gárate no se consideraban con categoría para cubrir la zona. Y del Real Madrid vino también el veteranísimo Luis Marín que rejuveneció en Granada nada menos que durante cinco magnificas temporadas. Así se conformó una delantera de ensueño; Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz, cuya fama puede compararse a otros quintetos de la época como los valencianos Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza o los sevillanos López, Torrontegui, Campanal, Raimundo y Berrocal.
Una liga en tres fases
El Campeonato de Liga tuvo tres fases muy definidas para el Granada. En las nueve primeras jornadas, con Floro en la portería, solo se le ganó al también ascendido Coruña y en la octava jornada. En los Cármenes empató el Celta en el partido inaugural y ganaron Valencia y Athletic de Bilbao.
La segunda fase, a partir de la incorporación de
Alberty, dura diez partidos en los que el conjunto se afianza, la puerta no es
tan vulnerable, aunque se pierde en casa con el Atlético Aviación, se logran
dos empates fuera (Celta y Español), las goleadas al Oviedo (ver la sección un
partido para el recuerdo) y al Hércules, y un triunfo sobre el Madrid. Es el
momento en que César se destapa y marca 10 goles en seis partidos consecutivos.
La tercera fase son las siete últimas jornadas de
Liga que se inician con el sorprendente 6-0 al Barcelona, el triunfo por 1-4 en
El Granada termina en 10ª posición, de 14 equipos, y
se mantiene muy dignamente en la categoría.
Y a la tercera va la vencida porque toca enfrentarse al campeón de Liga, al sensacional Valencia que cuenta con uno de los mejores onces de su historia. El que forman Eizaguirre, Álvaro, Juan Ramón; Bertolí, Iturraspe, Lelé; Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza. En los Cármenes se gana por 3-1 y la ilusión se desboca para caer dolorosamente el 31 de mayo con un aplastante 5-0 recibido en Mestalla.
A destacar la presencia de Antonio Conde titular desde el 8 de febrero en las últimas siete jornadas de Liga y las seis de Copa, alternando puestos en la media y el ataque, y la ausencia por lesión de Camilo Liz que en los tres últimos partidos de Copa dejó su puesto de extremo izquierda al casi inédito Muñoz.
* El esperado debut del Granada en 1ª división no fue todo lo brillante que se deseaba. Fue el 28 de septiembre de 1941, ante el Celta de Vigo en los Cármenes. Jugaron aquel día histórico Floro, Millán, González; Maside, Bonet, Sierra; Marin, Trompi, Cholín, Cesar y Liz. Arbitró el famoso Ramón Melcón y el encuentro terminó con empate a uno y gol de César. Era el partido oficial 124 de los jugados por el Granada desde su fundación el 14 de abril de 1931.
* El caso del jugador valenciano Antonio Conde
fue una verdadera pesadilla. Desde que el 2 de mayo de 1940 probó con el
Granada y se iniciaron las gestiones para ficharle pasó un año y medio para que
debutara oficialmente contra
* En el libro de Julián García Candau, "El deporte en la guerra civil", se transcribe un testimonio contado por el propio Conde a García Candau. Por su relevancia lo incluyo entero.
Dice el autor que Antonio Conde Aja, Conde II, fue jugador del Valencia antes de la guerra y durante la contienda jugó los partidos amistosos y las competiciones en que participó su club. Y que, cuando terminó el conflicto, fue uno de los jugadores que peor lo pasó.
- Al acabar
la guerra me acusaron de la incautación de un piso. Evidentemente yo era
un hombre de izquierdas como mi compañero de línea, el asturiano Abdón. Molina,
el tercer medio, en cambio, era falangista y fue de los que se alistó en
* Pedro Escartín fue el árbitro que certificó
los seis goles que César Rodríguez hizo personalmente al Castellón. Fue el 22
de marzo de 1942 en los Cármenes y el Granada derrotó por 7-
* Se empezó en esta temporada a clasificar a los equipos por el sistema de puntos positivos o negativos que costó hacer entender a los aficionados. El 23 de enero de 1942 en “Ideal” se intenta explicar cómo funciona la cosa y, según mis investigaciones, es la primera vez que un diario granadino se hace eco de esta novedad que luego sería tan corriente hasta que se decidió cambiar el sistema de puntos, dando tres en lugar de dos por partido ganado. Los puntos positivos se ganaban en campo contrario; dos por ganar y uno por empatar, y los negativos se acumulaban por perder en casa (dos) y por empatar (uno). Al final siempre coincidían la clasificación tradicional y la nueva.
*
El primer punto positivo conseguido por el Granada en 1ª división fue en San
Sebastián ante
* Creo que jamás ha tenido el Granada una delantera como la integrada por Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz. Sus nombres suenan a leyenda, pero corresponden a hombres de notables condiciones técnicas.
Marin, con sus facultades físicas disminuidas por la edad, tenía un exquisito toque de balón y un excelente olfato de gol.
Trompi ha sido uno de los jugadores con más clase que ha tenido el Granada; pequeño, habilísimo con el balón en los pies, rápido, escurridizo y buen rematador.
César era un monstruo ante la puerta contraria y, al mismo tiempo, un excelente estratega y organizador, fue el primer delantero centro de este tipo que tuvo el Granada acostumbrado a los arietes acometedores como Calderón y Cholín.
Bachiller era el organizador del juego en el centro del campo, siempre escorado a la izquierda, ligeramente medroso y con una notable capacidad para enlazar y lanzar al extremo de su lado.
Y ese extremo, que era Camilo Liz, volaba con el balón hasta la línea de fondo para, desde allí centrar hacia atrás balones envenenados para placer de sus compañeros rematadores.
Estos cinco hombres consiguieron un extraordinario
promedio de 2, 43 goles por partido sumando 78 goles en 32 encuentros, cifra
que jamás ha sido superada hasta el momento presente por ninguno de sus
herederos con la camiseta del Granada C.F.
*
Por eso en 14 de los 32 partidos de esta temporada, el Granada hizo tres o más
goles, destacando los ocho al Oviedo, siete al Alicante y Castellón, seis al
Barcelona, cuatro al Coruña (dos veces), Español, Málaga y Oviedo.
UN PARTIDO PARA EL RECUERDO
Granada 8, Oviedo 0
30
de noviembre de 1941
Campeonato
de Liga de 1ª división. 10ª jornada
Campo
de los Cármenes
Árbitro;
Álvarez Corriols
Alineación del Granada
(Con
el sistema 1-2-3-5)
Alberty
Millán,
Benítez
Sosa,
Bonet, Sierra
Marin,
Trompi, César, Bachiller y Liz
Entrenador;
Paco Bru
Presidente;
Ricardo Martín Campos
Alineación del Oviedo
Florenza
Villita,
Pena
Campos,
Soladrero, Sirio
Antón,
Zabala, Cuesta, Herrerita y Emilín
Los goles
1-0.
Min. 01. Bachiller a pase de César
2-0.
Min.15. César a pase de Sierra
3-0.
Min. 30. César de cabeza con fallo de Florenza
4-0.
Min. 44. Liz aprovechando un fallo colectivo en
defensa
5-0.
Min. 46. Marín, de imponente cañonazo
6-0.
Min. 51. Trompi de tiro fantástico
7-0.
Min. 53. Bachiller a pase de César, calcando el
primer gol
8-0.
Min. 88. Marín en tiro flojo y colocado desde la
izquierda
La crónica
En el primer minuto llegó el primer gol como indicador elocuente de la facilidad atacante de los granadinos y endeblez defensiva de los ovetenses que ya sabían de goleadas en contra tras haber encajado diez en Sevilla, en la primera jornada de Liga.
Fue casi al hacer el saque de centro. Marín corrió
por su banda derecha y pasó en corto a Trompi presionado por Soladrero. En la
disputa sale el balón rebotado a César que lo cede al desmarcado Bachiller,
quien lo pone en el ángulo de la meta lejos del alcance de Florenza.
Luego vinieron siete goles más, cuatro en cada parte con especial recochineo en el comienzo de la segunda donde se encuadran tres tantos en ocho minutos. Es para desesperar y desmoralizar a cualquiera.
Pero, aunque parezca mentira, la goleada no entusiasmó a Cecilio Cirre, que firma la crónica en el diario “Patria”.
Los titulares responden a la realidad:
- “El Granada
aplastó al Oviedo con un 8-0 concluyente”
Y la explicación no requiere muchos circunloquios porque junto a la facilidad goleadora de cinco atacantes que se repartieron los tantos; Marin (2), Trompi (1), César (2), Bachiller (2), Liz (1), Cirre piensa que el mérito reside en la buena actuación de la línea media con Sosa, “que mejora día a día”, Bonet “que atraviesa su mejor momento” y Sierra “codicioso y rápido”. Sin olvidarse de Millán “seguro y seco en el despeje” y el debut de Alberty que “demostró experiencia, vista y una agilidad envidiable”. Le reprocha el cronista al portero húngaro “algunos desaciertos al principio” compensados ampliamente con “cinco intervenciones sensacionales”.
Al único jugador granadino que no menciona Cirre es
al defensa izquierdo Benítez, aquel sevillano que retiró a Peregrín y que ahora
quema sus últimos cartuchos en el Granada.
Y del Oviedo apenas dice nada. El conjunto asturiano cuenta con destacados futbolistas como Soladrero, Antón, Herrerita, Emilín, Pena y Sirio pero todavía no han logrado superar la “temporada sabática” anterior autorizada por la Federación Española que les guardó el sitio en 1ª división mientras reparaban los enormes daños sufridos por su terreno de juego en la pasada guerra civil.
En cambio, sí aprovecha el cronista de “Patria” para deslizar una afilada censura dirigida no se sabe a cual jugador granadino. Deja caer Cirre:
-“Es preciso que nadie se lo crea y que todos se dediquen a jugar en serio, dejando a un lado la palabra fenómeno”.
Y añade que para ello es necesario que los jugadores
“hagan una vida higiénica y totalmente
deportiva”.
Parece ser que algunos miembros de la plantilla no hacían el tipo de vida adecuado. Y el asunto tiene mérito porque para “salir” y divertirse en aquella Granada de 1941 no existían muchas tentaciones ni el sueldo de los jugadores daba para muchos despilfarros.
¿A quien querría referirse Cecilio Cirre en aquel
periódico del martes 2 de octubre de 1941?
LOS QUE HICIERON HISTORIA EN EL
GRANADA C.F.
Gyula Alberty Kiszel
El Granada ha contado muchas veces con excelentes porteros en sus filas. Algunos con larga trayectoria en el Club y otros con menos partidos pero muchos aciertos a su favor. Pero ninguno puede igualarse al caso extraordinario del húngaro Julio Alberty, que en apenas cuatro meses de vida en Granada y habiendo disputado sólo 14 partidos de Liga, se convirtió en mito y lo continúa siendo muchas décadas después.
Alberty era un húngaro errante que figuró en los mejores equipos y en la selección nacional de su país. Lippo Hertza, su compatriota y ex entrenador del Recreativo de Granada, le trajo desde el Bockas de Budapest al Real Madrid donde alternó titularidad con el ya veterano Ricardo Zamora. En el Madrid estuvo desde el 15 de febrero de 1935 hasta el 18 de julio de 1936.
Parece ser que pasó los tres años de la guerra civil en Galicia y casado con la dueña de la pensión donde vivía. Al reanudarse el fútbol en España le fichó el Ferrol de 2ª división y después al Celta de Vigo, y allí estaba cuando el Granada tuvo la feliz idea de buscarle.
En Granada causó asombro su felina agilidad y su fuerte personalidad. Con las naranjas, por ejemplo. El primer día, el de la goleada al Oviedo, salió al campo con una bolsa llena de naranjas que dejó al fondo de la portería ante la extrañeza del público que ocupaba la preferencia “de la cárcel”. La extrañeza se transformó en asombro y el asombro en risa cada vez que el portero del Granada, aprovechando uno de los muchos ratos en que el balón rondaba por el área ovetense, cogía una naranja y la estrujaba pera beber directamente su jugo. A partir de ese día y en los ocho partidos que jugó en los Cármenes no necesitó comprar ni llevar naranjas al fondo de la meta. Los aficionados le surtían tan abundantemente que los alrededores de la portería acababan pareciendo un puesto de fruta.
Quizás fuera el jugo de naranja el combustible utilizado por Alberty para volar. Porque la verdad es que Alberty volaba. Seguramente ha sido el portero más espectacular en la historia del Granada. Volaba de palo a palo para detener los tiros de unos delanteros contrarios, mucho más libres de marcaje que ahora, que chutaban a placer desde todas partes.
Por eso fue Julio (españolizando su nombre de Gyula) Alberty un caso especial de popularidad fulminante y uno de los jugadores más queridos y recordados, a pesar de su cortísima permanencia en las filas del Granada.
El 8 de marzo de 1942 el Granada juega en Oviedo el
partido correspondiente a la segunda vuelta de
Por supuesto que no fue así ya que el guardameta del Granada falleció por culpa de unas fiebres tifoideas producidas, según parece ser, por haber comido marisco en mal estado, celebrando la victoria del Granada en Coruña del 22 de febrero.
La muerte le llegó con la misma velocidad que desarrollaba para volar a por el balón.
El 22 de marzo es sustituido por Floro en el partido de Liga contra el Castellón y en “Ideal” se escribe que Alberty tiene una grave enfermedad y que seguramente no podrá jugar en el resto de la temporada.
El 4 de abril sufre una perforación intestinal y es operado de urgencia por el doctor Tamayo que diagnostica “pronóstico muy grave”.
Y el 9 de abril de 1942 fallece Alberty en el
sanatorio de
Su compañero y amigo José Manuel González me contó una versión distinta sobre la muerte de Alberty que reproduzco aquí con sus mismas palabras.
- “Julio,
porque para mi es Julio y no Alberty, era un portero y una persona fenomenal.
Don Francisco Tamayo le operó de peritonitis y le dejó fenomenal. La habitación
que tenía en el sanatorio era muy chunga. Y cuando se puso bien le dijeron,
vamos a cambiarlo de habitación. Le colocaron en una camilla y le dejaron un
rato en el pasillo mientras terminaban de arreglar la nueva habitación. Y allí
cogió una pulmonía mortal.”
El Ayuntamiento de Granada acordó regalarle una tumba a perpetuidad en el Cementerio y allí está enterrado, muy cerca del padre de Pepe Millán. Al menos, hasta hace pocos años, había alguna persona que le recordaba y depositaba flores frescas en su tumba. La impronta de su personalidad quedó en el recuerdo de sus compañeros del Granada; Millán, González, Sosa, el propio Floro al que quitó el puesto de titular, han recordado siempre con cariño y admiración a este portero singular.
Y quien escribe estas líneas tiene grabado en su
memoria de niño de nueve años a un guardameta excepcional; Julio Alberty, el
húngaro volador.
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